Siempre me he considerado un amante de la naturaleza – ¿quién no?, pero la medida en la que estamos conectados con la naturaleza es aquella en la que reconocemos el beneficio que nos da. John Muir alguna vez dijo que una caminata en el bosque siempre nos dará mucho más de lo que esperamos.
Como especie, no hemos cambiado mucho en las últimas decenas de miles de años desde los tiempos en que llevábamos una existencia nómada y en los que ‘hacer ejercicio’ era simplemente ‘vivir’. Mientras que han cambiados nuestras costumbres y nuestra organización social, la conexión con la naturaleza, y el efecto que en nosotros tiene, no. Es por eso que una caminata en el bosque nos atrae -no sabemos exactamente por qué, pero lo disfrutamos.
Hoy en día pasamos el 90% de nuestro tiempo bajo techo, en temperaturas controladas y con poca exposición a la luz del sol. Pasamos 8 horas al día mirando pantallas (lo estás haciendo en este momento – y yo también!), no nos tenemos que mover mucho para encontrar comida, mucho menos para sobrevivir y vivimos constantemente medicándonos con sustancias sintéticas para remediar nuestros males. Desde esta perspectiva… algo estamos haciendo muy mal.
Para muestra de ello están los experimentos realizados en los 70′s por el Dr. Bruce Alexander, famoso por su investigación sobre las adicciones. En su experimento con el Rat Park comprobó que las adicciones no son un comportamiento natural, sino uno al que nos ha llevado este estilo de vida auto-impuesto.
No te estamos invitando a dejarlo todo y lanzarte de ermitaño en alguna selva centro-americana, pero sí a salir más de lo que acostumbras. En seguida notarás la diferencia (hay estudios que afirman que una caminata por el bosque reduce la presión sanguinea).
Te invitamos a que sigas estos sencillos pasos:
1. Sal a caminar o correr en la naturaleza, al campo, al bosque, al parque. Quítate los zapatos (sí, leiste bien, hazlo), nada nos conecta tanto con la naturaleza ni nos hace estar tan conscientes de nosotros mismos, observa lo que sientes, anímate y corre (te invitamos a que aprendas la técnica de correr descalzo, más sobre esto en futuros posts).
2. Si puedes – súbete a un árbol. Con cuidad0! ¿No te has preguntado por qué lo hacíamos de niños? Está programado en nuestro cerebro, lo haríamos de todas formas – hasta que nuestros padres nos bajaron a regaños. Hoy, como adultos, estamos demasiado ‘ocupados’ en cosas ‘importantes’ como para dar valor a una actividad tan sencilla. Hoy tienes un reto: súbete a un árbol (claro… con cuidado, muchos años de no hacerlo ha propiciado que hayamos perdido la habilidad para ello).
3. Ten una aventura. Ve a acampar, sube una montaña, métete en un río, disfruta, diviértete!
No te vas a arrepentir, te lo aseguro.
No hay comentarios sobre "Sal, corre, respira…"